LA CASA DE MI PADRE
LA CASA DE MI PADRE
La adoración comienza con Dios y no con nosotros. El ha hecho tanto a nuestro favor que nosotros respondemos a El con una profunda gratitud y entrega total. Este es la verdadera y única adoración a Dios (Romanos 12:1). El culto dominical es un reflejo de este adoración. Cuando los miembros de la iglesia están entregados a Dios y lo adoran en todo lo que hacen de Lunes a Sábado, el culto dominical se realiza con la participación de todos los miembros quienes muestran en grupo lo que hacen durante toda la semana.
El concepto del sacerdocio afecta mucho la manera que celebramos un culto. Cuando creemos que los sacerdotes son únicamente los pastores y los músicos, dejamos que ellos realizan el culto a nuestro favor. Es como un partido de fútbol donde solo juegan once personas en la cancha y nosotros les alentamos por su esfuerzo. Ellos juegan por nosotros. Pero la Biblia enseña claramente que todos somos sacerdotes (1 Pedro 2:5,9). Por lo cual no debemos pensar que solo los líderes de la iglesia realizan el culto. No! Tenemos que entender que los miembros de la congregación rinden el culto a Dios. Todos son los actores y protagonistas del culto.
Lastimosamente, muchos cultos hoy en día no reflejan el sacerdocio universal de los creyentes. Los músicos dominan la alabanza con sus instrumentos y micrófonos y no dejan que los miembros de la congregación sean los salmistas principales. También la Palabra de Dios es proclamada únicamente por el pastor en el sermón. La Biblia nos enseña que los miembros son quienes deben proclamar la Palabra de Dios “unos a otros” (Colosenses 3:16) y ellos también son quienes deben animar “unos a otros con salmos, himnos, y cánticos espirituales” (Efesios 5:19). Es tiempo para hacer algunos cambios. ¡Devuelva la alabanza al pueblo de Dios! y dejemos que ellos sean los sacerdotes en el culto.
LA ADORACIÓN Y EL SACERDOCIO